No me aflige morir; no he rehusado
acabar de vivir, ni he pretendido
alargar esta muerte que ha nacido
a un tiempo con la vida y el cuidado.
Siento haber de dejar deshabitado
cuerpo que amante espíritu ha ceñido;
desierto un corazón siempre encendido,
donde todo el Amor reinó hospedado.
Señas me da mi ardor de fuego eterno,
y de tan larga y congojosa historia
sólo será escritor mi llanto tierno.
Lisi, estáme diciendo la memoria
que, pues tu gloria la padezco infierno,
que llame al padecer tormentos, gloria.
martes, 26 de julio de 2011
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¡Guau! Impresionante poema. Quevedo tiene cosas geniales como: "No se debe mostrar la verdad desnuda, sino en camisa." Así seduce más, podría añadirse. Qué buena elección. Lo he leído tarde, pero con gusto.
ResponderEliminarAbrazo!