IMAGINAD CUANTO QUERÁIS. NADIE PODRÁ DECIROS BASTA.

martes, 9 de junio de 2020

REFUGIOS

Me gustan los saraos, pero también me gusta mucho la soledad. No la vivo como un castigo, (como le ocurre a casi todo el mundo), sino que la vivo como una bendición, sobre todo después de mi última experiencia de convivencia, invadida en todos mis rincones sagrados: diarios, mensajes, cartas...
El hogar se convierte en un templo: nadie juzga, nadie acapara, nadie duele.
Me llevo bien con los fantasmas de mi mundo interno. Creo que esa es la clave.

El hogar ha de ser domesticado a través del afecto, moldeado a nuestra medida emocional.

En estos meses de reclusión he anhelado otros lugares, pero nunca sentí la prisión, porque mi hogar tiene los brazos cálidos.
Cuando lo compré hace 20 años estaba desnudo, "pero lo fui vistiendo, no sé de qué ropajes" (parafraseo a mi querido Juan Ramón), y esos ropajes, que no son fastuosos, me abrigan.

Las fibras me tienen atrapada desde que mi abuela me enseñó a tejer con 8 años.
Ahora, esas fibras, me las regala la tierra que veo desde la ventana, sin dólares de por medio, sin petróleos, sin crueles injusticias. Me las regala, generosa y atenta, mientras sonríe.

Juncos y espartos me mecen en las noches de brisa.

La sencillez de los días brilla mientras sueño sin prisas.

¡Es tan hermoso!

No todo ha sido malo este tiempo.

La belleza de las fibras también sirve para ponérselo difícil a las moscas, que dan mucho por saco.







Cortina de junco y papiro Patri


¿BAILAS?

Adoro las sandalias, pero las cómodas.
Ando en la búsqueda de mi sandalia ideal. Llevo años en el intento. Con algunas, me he acercado; otras, ni siquiera se podían llevar.
Las alborgas tradicionales, sin ir más lejos, son rechazadas por mis pies: suela demasiado rígida, como le ocurre a esas cuñas que anuncian por doquier con el hashtag #esparto y no llevan ni gota.
De momento, las más agradables son las de cáñamo y las de yute, fibras más suaves que el esparto.
Pero, durante este confinamiento, Carlos Vázquez, un artesano al que admiro mucho, propuso, en su canal de Youtube ESPARTEANDO, hacer una réplica de las sandalias neolíticas encontradas en la Cueva de los Murciélagos. E invitó a que pensáramos cómo podían haber sido creadas entonces.
Desde luego, han demostrado ser un buen diseño con los milenios que llevan a la espalda, o en el talón.
Su elaboración me pareció complicada, y no son excesivamente cómodas, aunque es hermosa la propuesta de Carlos, el intento de cambiar de piel retrocediendo en el tiempo.
Lo que me gustaría es encontrar un modo de fabricación sencillo, pero con un resultado resistente y confortable para un pie poco curtido. Y si fuera con esparto, mejor que mejor.
Pero el esparto se lo pone difícil a mis pies.
Otra solución es curtirlos.