Protegiste la piedra. Ésa es tu ofrenda.
Te devuelvo ese gesto y se estremecen
mis ojos que sonríen ya sin venda
mis sueños que te cantan y te mecen.
Retorna la lucha en la que perecen
estos mágicos mundos que dan rienda
a la sagrada mezcla que enaltece
la pura y misma vida y no merece
que no mires, que la olvides, que la ofendas.
Dentro de ti se libra la contienda.