El esparto más oscuro y el tintado tienen 40 años. Lo arrancó y tintó Amador. El más clarito lo he cogido yo.
Pasado y presente se dan la mano.
El esparto más oscuro y el tintado tienen 40 años. Lo arrancó y tintó Amador. El más clarito lo he cogido yo.
Pasado y presente se dan la mano.
Hoy se ha ido mi Rafael.
A finales del mes pasado festejamos su cumple por todo lo alto. Él celebró, incluso la tuna le cantó Clavelitos.
Un artista amigo me ha enviado estas fotos de sus manos. Sostienen espartos, como no podía ser de otra manera.
El domingo, las vecinas del campo, Pepa e Inma me regalaron una montaña de esparto.
Daba saltos de alegría.
Lo cogió su abuelo, Amador, en los noventa; está perfecto, un señor esparto, fino y largo, cuidadosamente atado y ordenado. ¡Qué maravilla! También había manojos tintados.
Un tesoro para un espartero.
Lo primero que he hecho con él han sido dos bolsos, con franjas tintadas y el asa tintada también, casi iguales. Jamás se pueden hacer dos idénticos, es la magia.
Inma y Pepa son mellizas.
Pasearán, (si quieren, claro), con el esparto que recolectó su abuelo Amador, que guardó haciendo honor a su nombre, sin saber que ya no lo tejería, sin saber que, 30 años después, se ha tejido para sus nietas.