IMAGINAD CUANTO QUERÁIS. NADIE PODRÁ DECIROS BASTA.

domingo, 21 de julio de 2019

DEJANDO SEMILLAS ESPARTERAS

Los días pasaban y seguíamos trabajando en los proyectos en el jardín. 
Los niños siempre nos acompañaban. Hicieron libros de artista con Marijose y también la imitaron dibujándonos. En la siguiente foto podéis ver un dibujo que hizo Martina sobre mi rincón de trabajo. ¡Me encantó!




Cosí la libélula de Pat a mi sombrero

Bartolomé cosiendo las siluetas que le pintaron con hilo de esparto picado

La figura de la escultura ya cosida
 Se celebró en La Tercia un ciclo de documentales y tuvimos el honor de contar con el autor de uno de los cortos, David G. Ferreiro, que venía desde Plasencia.


 Por la noche estuvimos en la plaza con un minicorro espartero donde practicamos el punto de cofín y el punto de filete. David se quedó a dormir con nosotros.
Al día siguiente...manos a la obra.

Marijose comenzando su tercer libro de artista

David también se animó al día siguiente a seguir tejiendo esparto. Se fue feliz con sus creaciones.

María Laura, Maru, Martina y Manu


Tejiendo los bordes de las pleitas con cáñamo




Las chicas cortando esparto y Marijose dibujándolas


Trabajando en las pleitas para la obra EL CÁLIZ Y LA ESPADA







 Tuvimos otra mañana cargada de actividad. Fuimos a visitar el Museo del cine de Villarejo, el más importante de Europa. La verdad es que nos sorprendió una barbaridad y el dueño estuvo el doble de tiempo con nosotros porque también tuvimos mucho diálogo.
Después fuimos a visitar a dos esparteros del pueblo para que nos mostraran sus trabajos. Eusebio y Benito, éste último lo tenéis en la siguiente foto:






En el museo del cine había maravillas



 Cuando salimos nos tomamos un tentempié y fuimos en busca de la casa de Eusebio, al que conocimos en la tarde de los documentales porque se fijó en mi bolso de esparto y entablamos conversación. Aquella tarde nos dio su dirección.

Eusebio mostrando un serijo

Nos llevó también a su bodega para invitarnos a una mistelica.


Eusebio estaba tejiendo un bolso inspirándose en el mío, pero más pequeñín. Lo tenía casi acabado. Me gustó mucho eso. ¡Y qué deliciosa mistela hecha por él!
Jumilla y Villarejo tienen cosas importantes en común: el aceite, el vino, el esparto... todavía se hace vino en las pequeñas bodegas de forma casera.


Por la tarde seguimos trabajando en los proyectos, dándonos un manguerazo de vez en cuando. Yo estaba ya con la última obra, Marijose terminaba otro de sus libros y Bartolomé había cosido ya todas las telas comenzaba a pintar el interior de las siluetas con almagra.




Dibujo de mis lámparas hecho por Manuel, que hizo de todo: varios libros, dibujos, esparto, nos cocinaba, nos preguntaba, nos acompañaba en los paseos en bici... estuvo con nosotros prácticamente todo el tiempo. Es una persona inteligente y muy curiosa y yo adoro a las personas curiosas.


Khaleesi también nos ha acompañado cada día y de vez en cuando se dejaba que le dieran un sobo. ¡Más buenaaaaa!

Primera tela pintada. ¡A por la segunda!

Telas ya pintadas.
 Marijose se dio cuenta de lo bonitas que eran las sombras en las telas y estuvimos jugando un rato con ellas.


 Las chicas ya habían cortado suficiente esparto para hacer la pasta. Esa mañana llamamos a Quico de Archena para preguntarle qué cantidad de esparto utilizó para el taller que hicimos Bartolomé y yo con él en el Museo del Esparto de Archena. Nos dijo que cortó un kilo. Las chicas habían cortado más de dos, así que ya se podía comenzar con la pasta de papel.
Habíamos acordado comenzar a las seis de la tarde.
En esta residencia los horarios no se han cumplido jamás, salvo aquella vez que le prometí a Martina que a las 18:30 estábamos en la piscina y a las 18:29 nos preparábamos para saltar al agua justo a y media. Esa tarde no esperamos a Bartolomé.
Pues la pasta de papel comenzó a las nueve, tres horas después. Víctor, el marido de Esther, ayudó a prepararlo todo. Había que remover de vez en cuando, pero Bartolomé seguía pintando de almagra las últimas telas y los demás nos encargamos de la pasta.
Todos fueron acostándose y me quedé yo sola para remover de vez en cuando la cocción mientras Bartolomé acababa de pintar.
A las 12:30 apagué el fuego. A la una seguía humeando y decidí echarle agua fría para acelerar el enfriamiento. Bartolomé acabó las telas casi a las 2 y entonces nos pusimos a lavar el esparto, pues el agua del cocimiento es muy oscura.
María Laura y Maru querían ver el proceso, fui a despertarlas. La única que reaccionó fue Laura, que bajó al jardín para ayudar. Yo me acosté enseguida, estaba muy cansada. Acabaron una hora después.
Bartolomé ha dormido muy poco esta última semana. Se ha quedado todas las noches hasta las tantas para terminar la escultura, con radio olé.



 Por la mañana teníamos el taller de papel a las 10 y había que batir la pasta todavía. Bartolomé se levantó temprano y se puso a ello.
En la plaza nos esperaban unos niños de la escuela de verano y miembros del IED para realizar el taller de papel.
Esa aventura la contaré en la próxima entrada.