A unos trescientos o cuatrocientos metros de la Pirámide me incliné, tomé un puñado de arena, lo dejé caer sigilosamente un poco más lejos y dije en voz baja: Estoy modificando el Sáhara. El hecho era mínimo, pero las no ingeniosas palabras eran exactas y pensé que había sido necesaria toda mi vida para que yo pudiera decirlas. La memoria de aquel momento es una de las más significativas de mi estadía en Egipto.
ATLAS, JORGE LUIS BORGES
ARENA DEL SÁHARA QUE ME TRAJO ALGUIEN ESPECIAL |