He almorzado solo ahora, y no he tenido madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua, ni padre que, en el facundo ofertorio de los choclos, pregunte para su tardanza de imagen, por los broches mayores del sonido.
Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir de tales platos distantes esas cosas, cuando habráse quebrado el propio hogar, cuando no asoma ni madre a los labios. Cómo iba yo a almorzar nonada.
A la mesa de un buen amigo he almorzado con su padre recién llegado del mundo, con sus canas tías que hablan en tordillo retinte de porcelana, bisbiseando por todos sus viudos alvéolos; y con cubiertos francos de alegres tiroriros, porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia! Y me han dolido los cuchillos de esta mesa en todo el paladar.
El yantar de estas mesas así, en que se prueba amor ajeno en vez del propio amor, torna tierra el bocado que no brinda la MADRE, hace golpe la dura deglución; el dulce, hiel; aceite funéreo, el café.
Cuando ya se ha quebrado el propio hogar, y el sírvete materno no sale de la tumba, la cocina a oscuras, la miseria de amor.
Cuando entre la sombra oscura, perdida una voz murmura turbando su triste calma, si en el fondo de mi alma la oigo dulce resonar, dime: ¿es que el viento en sus giros se queja, o que tus suspiros me hablan de amor al pasar?
Cuando el sol en mi ventana rojo brilla a la mañana, y mi amor tu sombra evoca, si en mi boca de otra boca sentir creo la impresión, dime: ¿es que ciego deliro, o que un beso en un suspiro me envía tu corazón?
Y en el luminoso día y en la alta noche sombría, si en todo cuanto rodea al alma que te desea, te creo sentir y ver, dime: ¿es que toco y respiro soñando, o que en un suspiro me das tu aliento a beber?
Amor, de grano a grano, de planeta a planeta, la red del viento con sus países sombríos, la guerra con sus zapatos de sangre, o bien el día y la noche de la espiga.
Por donde fuimos, islas o puentes o banderas, violines del fugaz otoño acribillado, repitió la alegría los labios de la copa, el dolor nos detuvo con su lección de llanto.
En todas las repúblicas desarrollaba el viento su pabellón impune, su glacial cabellera y luego regresaba la flor a sus trabajos.
Pero en nosotros nunca se calcinó el otoño. Y en nuestra patria inmóvil germinaba y crecía el amor con los derechos del rocío.
Va de mi puño y puño y letra a letra surgiendo multitud de instantes.
Unas veces soy yo, o es mi sollozo. Otras veces la estampa de mi padre.
De pronto, en una vuelta del recuerdo, lunas, pájaros, versos niños, árboles, hasta que surge acompañando al día tu paso junto al mío, hacia la tarde.
Pero todo es igual, uno y lo mismo.
El universo se trasfunde y cabe en el nombre del hombre que yo llevo y en tu presencia adentro, arriba, al margen.
También lo que sucede y nos sucede.
Y la serenidad que nos invade cuando ya las pasiones amansaron en una paz de unción, todo su oleaje.
Es cierto. Estoy cansado. Es justo ahora que bendiga tu sombra y que descanse.
También que llore a orillas del olvido y escuche el golpeteo de mi sangre.
Todo es uno y lo mismo. Tu silencio. Mi silencio. Tu voz. Mi voz. El aire que acaricia con mano de nostalgia toda la historia, amor, de nuestro viaje.
No se cumple el milagro en una espora: se cumple en nuestro vino y nuestra carne, y es uno solo el rumbo de los días desde el vagido hasta el reposo grande.
Y un hombre no es un hombre ni su estirpe, sino el río, la piedra, el viento, el cauce. Y sobre todo, amor, el amor mismo con su secreta población de arcángeles.
Uróboros levógiro y un XXVIII bajo la Luna de una pirámide invertida... La embarazada que sostiene el Ojo no mantiene la mirada. Al fondo cuatro cipreses familiares, dando Testimonio. El cielo tiene una apasionada simetría con el suelo del bermejo al mandarina. Tan sólo la blanca franja de la claridad nos advierte de un próximo amanecer, y conduce el cuadro. Luna blanca, córnea blanca, blanco vestido en la blanca claridad de la mañana. Mmmm... ¿Es un deseo puro, una promesa, que no llega a hacerse realidad?
Guaaaaau, 9 comentarios alucinantes todos. Vamos por partes: Comentario 1: ¡Qué tremendo me resulta siempre Vallejo! Y qué cercano... La verdad es que todo está más rico cuando se comparte. Como las palabras.
Comentario 5, otra vez: Me acordé de Vicente Medina: CANSERA
¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas arroyás y pegás a la tierra; pa ver los sarmientos rüines y mustios y esnüas las cepas, sin un grano d’uva, ni tampoco siquiá sombra de ella... Pa ver el barranco, Pa ver la laera, Sin una matuja... ¡pa ver que se embisten, de pelás, las peñas!... Anda tú, si quieres, que á mí no me quea ni un soplo d’aliento, ni una onza de juerza, ni ganas de verme, ni de que me mienten siquiá la cosecha..... Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca pise más la senda, ni pué que la pase, si no es que entre cuatro, ya muerto, me llevan..... Anda tú, si quieres..... No he d’ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas, por esa sendica por ande se jueron, pa no golver nunca, tantas cosas güenas... esperanzas, quereres, suores... ¡tó se jue por ella! Por esa sendica se marchó aquel hijo que murió en la guerra..... Por esa sendica se jué la alegría... ¡por esa sendica vinieron las penas!... No te canses, que no me remuevo; anda tú, si quieres, y éjame que duerma, ¡a ver si es pa siempre!... ¡Si no me espertara!... ¡Tengo una cansera!...
Comentario 9: Es el símbolo de que todo nace y muere una y otra vez. Los cipreses simbolizan la muerte, mientras que uróboros es sostenido por una mujer, símbolo engendrador de vida, cáliz que recibe, la forma triangular es un recibidor-dador, con su luna, y con su XXVIII (ciclo lunar y femenino). Todo es cíclico. Y los ciclos se conectan.
Aunque no lo parece, lo había interpretado justo justo justo justo justo justo... así. ;-) El subconsciente siempre a flor de piel. El XXVIII se va sugiriendo en la estructura general del cuadro, por ejemplo en ésto: la mujer que sostiene y el Ojo-Uróboros crean una composición unificada también por el color blanco que parece la cifra 7. La Luna, el ciclo femenino, el 7 (en algunos sentidos el número de la virgen, la mujer pura), el color blanco, incluso el embarazo (conectando la realidad exterior con la derecha y la interior con la izquierda). El triángulo invertido como "V" receptiva, vaso-vagina-vientre. Es perfecto. Si quieres la Luna es el signo matemático de multiplicar y los cipreses el 4. 7x4=28... Es fantástico a muchos niveles, inclusive el uso del color a través de la simetría cielo-tierra. Lo interno y lo externo, lo que está arriba y lo de abajo. Tu audacia con el simbolismo me lleva SIEMPRE muy muy muy lejos... Ya sabía de lo capaz que eres, tanto que reinventas mi propia narrativa interior con cada cuadro... (el de la biblioteca me lo he "descargado", jajaja) Lo que no me cuadra es la mirada de ella, que sale del cuadro, que va hacia la izquierda (buscando un recuerdo), y que la hace desaparecer de la intensidad del instante. La vuelve ausente de lo que ella misma participa.
No todo es redondo siempre, ¿verdad?. La vida se contonea, una de cal, otra de arena. Aceptar eso ayuda a sonreir. Como tú, que siempre me sacas una gran sonrisa :D
Poema XXVIII de Trilce
ResponderEliminarHe almorzado solo ahora, y no he tenido
madre, ni súplica, ni sírvete, ni agua,
ni padre que, en el facundo ofertorio
de los choclos, pregunte para su tardanza
de imagen, por los broches mayores del sonido.
Cómo iba yo a almorzar. Cómo me iba a servir
de tales platos distantes esas cosas,
cuando habráse quebrado el propio hogar,
cuando no asoma ni madre a los labios.
Cómo iba yo a almorzar nonada.
A la mesa de un buen amigo he almorzado
con su padre recién llegado del mundo,
con sus canas tías que hablan
en tordillo retinte de porcelana,
bisbiseando por todos sus viudos alvéolos;
y con cubiertos francos de alegres tiroriros,
porque estánse en su casa. Así, ¡qué gracia!
Y me han dolido los cuchillos
de esta mesa en todo el paladar.
El yantar de estas mesas así, en que se prueba
amor ajeno en vez del propio amor,
torna tierra el bocado que no brinda la
MADRE,
hace golpe la dura deglución; el dulce,
hiel; aceite funéreo, el café.
Cuando ya se ha quebrado el propio hogar,
y el sírvete materno no sale de la
tumba,
la cocina a oscuras, la miseria de amor.
César Vallejo (1922)
http://www.youtube.com/watch?v=Htnhd4QXVpA
Rima XXVIII
ResponderEliminarCuando entre la sombra oscura,
perdida una voz murmura
turbando su triste calma,
si en el fondo de mi alma
la oigo dulce resonar,
dime: ¿es que el viento en sus giros
se queja, o que tus suspiros
me hablan de amor al pasar?
Cuando el sol en mi ventana
rojo brilla a la mañana,
y mi amor tu sombra evoca,
si en mi boca de otra boca
sentir creo la impresión,
dime: ¿es que ciego deliro,
o que un beso en un suspiro
me envía tu corazón?
Y en el luminoso día
y en la alta noche sombría,
si en todo cuanto rodea
al alma que te desea,
te creo sentir y ver,
dime: ¿es que toco y respiro
soñando, o que en un suspiro
me das tu aliento a beber?
Gustavo Adolfo Bécquer
Soneto XXVIII
ResponderEliminarBoscán, vengado estáis, con mengua mía,
de mi rigor pasado y mi aspereza
con que reprehenderos la terneza
de vuestro blando corazón solía.
Agora me castigo cada día
de tal salvatiquez y tal torpeza:
mas es a tiempo que de mi bajeza
correrme y castigarme bien podría.
Sabed que en mi perfecta edad y armado,
con mis ojos abiertos me he rendido
al niño que sabéis, ciego y desnudo.
De tan hermoso fuego consumido
nunca fue corazón: si preguntado
soy lo demás, en lo demás soy mudo.
Garcilaso de la Vega
Soneto XXVIII
ResponderEliminarAmor, de grano a grano, de planeta a planeta,
la red del viento con sus países sombríos,
la guerra con sus zapatos de sangre,
o bien el día y la noche de la espiga.
Por donde fuimos, islas o puentes o banderas,
violines del fugaz otoño acribillado,
repitió la alegría los labios de la copa,
el dolor nos detuvo con su lección de llanto.
En todas las repúblicas desarrollaba el viento
su pabellón impune, su glacial cabellera
y luego regresaba la flor a sus trabajos.
Pero en nosotros nunca se calcinó el otoño.
Y en nuestra patria inmóvil germinaba y crecía
el amor con los derechos del rocío.
Pablo Neruda
Canto XXVIII
ResponderEliminarVa de mi puño y puño y letra a letra
surgiendo multitud de instantes.
Unas veces soy yo, o es mi sollozo.
Otras veces la estampa de mi padre.
De pronto, en una vuelta del recuerdo,
lunas, pájaros, versos niños, árboles,
hasta que surge acompañando al día
tu paso junto al mío, hacia la tarde.
Pero todo es igual, uno y lo mismo.
El universo se trasfunde y cabe
en el nombre del hombre que yo llevo
y en tu presencia adentro, arriba, al margen.
También lo que sucede y nos sucede.
Y la serenidad que nos invade
cuando ya las pasiones amansaron
en una paz de unción, todo su oleaje.
Es cierto. Estoy cansado. Es justo ahora
que bendiga tu sombra
y que descanse.
También que llore a orillas del olvido
y escuche el golpeteo de mi sangre.
Todo es uno y lo mismo. Tu silencio.
Mi silencio. Tu voz. Mi voz. El aire
que acaricia con mano de nostalgia
toda la historia, amor, de nuestro viaje.
No se cumple el milagro en una espora:
se cumple en nuestro vino y nuestra carne,
y es uno solo el rumbo de los días
desde el vagido hasta el reposo grande.
Y un hombre no es un hombre ni su estirpe,
sino el río, la piedra, el viento, el cauce.
Y sobre todo, amor, el amor mismo
con su secreta población de arcángeles.
Hugo Lindo
Poema XXVIII
ResponderEliminarEn el eclipse
desnudé tu sombra
impulsiva
la gravedad
de anillo lunar
me atrajo
como otro canto
y giré elíptico
sobre el brillo
del cautivo punto
Orlando Planchart
XXVIII
ResponderEliminarTodo hombre tiene dos
batallas que pelear:
en sueños lucha con Dios;
y despierto, con el mar.
Antonio Machado (Proverbios y Cantares)
Salmo XXVIII
ResponderEliminarAmor me tuvo alegre el pensamiento,
y en el tormento lleno de esperanza,
cargándome con vana confianza
los ojos claros del entendimiento.
Ya del error pasado me arrepiento;
pues cuando llegue al puerto con bonanza,
de cuanta gloria y bienaventuranza
el mundo puede darme, toda es viento.
Corrido estoy de los pasados años,
que reducir pudiera a mejor uso
buscando paz, y no siguiendo engaños.
Y así, mi Dios, a Ti vuelvo confuso,
cierto que has de librarme destos daños,
pues conozco mi culpa y no la excuso.
Francisco de Quevedo
Uróboros levógiro y un XXVIII bajo la Luna de una pirámide invertida... La embarazada que sostiene el Ojo no mantiene la mirada. Al fondo cuatro cipreses familiares, dando Testimonio. El cielo tiene una apasionada simetría con el suelo del bermejo al mandarina. Tan sólo la blanca franja de la claridad nos advierte de un próximo amanecer, y conduce el cuadro. Luna blanca, córnea blanca, blanco vestido en la blanca claridad de la mañana.
ResponderEliminarMmmm...
¿Es un deseo puro, una promesa, que no llega a hacerse realidad?
Guaaaaau, 9 comentarios alucinantes todos. Vamos por partes:
ResponderEliminarComentario 1: ¡Qué tremendo me resulta siempre Vallejo! Y qué cercano...
La verdad es que todo está más rico cuando se comparte. Como las palabras.
Comentario 2:
ResponderEliminarEl amor es inmenso e ilimitado, y se ama de muchas formas, todas bellas.
Comentario 3:
ResponderEliminarMuda quedo.
Comentario 4:
ResponderEliminarBellísimo Neruda! Grano a grano, palabra a palabra...
Comentario 5:
ResponderEliminarMe ha encantado Hugo Lindo. Lo descubro!!!
Y me asombro.
Que nada me quite mi capacidad de asombro!
Gracias!
Comentario 5, otra vez:
ResponderEliminarMe acordé de Vicente Medina:
CANSERA
¿Pa qué quiés que vaya? Pa ver cuatro espigas
arroyás y pegás a la tierra;
pa ver los sarmientos rüines y mustios
y esnüas las cepas,
sin un grano d’uva,
ni tampoco siquiá sombra de ella...
Pa ver el barranco,
Pa ver la laera,
Sin una matuja... ¡pa ver que se embisten,
de pelás, las peñas!...
Anda tú, si quieres,
que á mí no me quea
ni un soplo d’aliento,
ni una onza de juerza,
ni ganas de verme,
ni de que me mienten siquiá la cosecha.....
Anda tú, si quieres, que yo pué que nunca
pise más la senda,
ni pué que la pase, si no es que entre cuatro,
ya muerto, me llevan.....
Anda tú, si quieres.....
No he d’ir, por mi gusto, si en crus me lo ruegas,
por esa sendica por ande se jueron,
pa no golver nunca, tantas cosas güenas...
esperanzas, quereres, suores...
¡tó se jue por ella!
Por esa sendica se marchó aquel hijo
que murió en la guerra.....
Por esa sendica se jué la alegría...
¡por esa sendica vinieron las penas!...
No te canses, que no me remuevo;
anda tú, si quieres, y éjame que duerma,
¡a ver si es pa siempre!... ¡Si no me espertara!...
¡Tengo una cansera!...
Comentario 6:
ResponderEliminarMuy sensual
Comentario 7:
ResponderEliminarIncomparable!
Qué viejo bribón entrañable este Quevedo!
ResponderEliminarA veces no hay engaño sino equívoco. Existen tantos mundos como cerebros que intrepetan.
Comentario 9:
ResponderEliminarEs el símbolo de que todo nace y muere una y otra vez.
Los cipreses simbolizan la muerte, mientras que uróboros es sostenido por una mujer, símbolo engendrador de vida, cáliz que recibe, la forma triangular es un recibidor-dador, con su luna, y con su XXVIII (ciclo lunar y femenino).
Todo es cíclico. Y los ciclos se conectan.
Aunque no lo parece, lo había interpretado justo justo justo justo justo justo... así. ;-) El subconsciente siempre a flor de piel. El XXVIII se va sugiriendo en la estructura general del cuadro, por ejemplo en ésto: la mujer que sostiene y el Ojo-Uróboros crean una composición unificada también por el color blanco que parece la cifra 7. La Luna, el ciclo femenino, el 7 (en algunos sentidos el número de la virgen, la mujer pura), el color blanco, incluso el embarazo (conectando la realidad exterior con la derecha y la interior con la izquierda). El triángulo invertido como "V" receptiva, vaso-vagina-vientre. Es perfecto. Si quieres la Luna es el signo matemático de multiplicar y los cipreses el 4. 7x4=28... Es fantástico a muchos niveles, inclusive el uso del color a través de la simetría cielo-tierra. Lo interno y lo externo, lo que está arriba y lo de abajo. Tu audacia con el simbolismo me lleva SIEMPRE muy muy muy lejos... Ya sabía de lo capaz que eres, tanto que reinventas mi propia narrativa interior con cada cuadro... (el de la biblioteca me lo he "descargado", jajaja)
ResponderEliminarLo que no me cuadra es la mirada de ella, que sale del cuadro, que va hacia la izquierda (buscando un recuerdo), y que la hace desaparecer de la intensidad del instante. La vuelve ausente de lo que ella misma participa.
Por cierto...¿Te he dicho que me encanta?
No todo es redondo siempre, ¿verdad?.
ResponderEliminarLa vida se contonea, una de cal, otra de arena.
Aceptar eso ayuda a sonreir.
Como tú, que siempre me sacas una gran sonrisa :D