LA GUERRA SÓLO PROVOCA DOLOR Y MUTILACIONES
El 12 de octubre de 1936 se celebraba en el paraninfo de la universidad de Salamanca, el día de la Raza, aniversario del descubrimiento de América por Colón. Millán Astray había llegado escoltado por sus legionarios armados con metralletas. Uno de los asistentes, el profesor Francisco Maldonado, dio un discurso, en el cual habló de Cataluña y el País Vasco como los cánceres de España.
Tras un acalorado encontronazo dialéctico entre Miguel de Unamuno y Millán Astray, el escritor, nacido en Bilbao, sin amedrentarse, concluirá: "Éste es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."
Unamuno moriría el 31 de diciembre de ese mismo año. Tenía 72 años. Ya no vería los resultados de una guerra civil que duró tres años.
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