IMAGINAD CUANTO QUERÁIS. NADIE PODRÁ DECIROS BASTA.

viernes, 21 de octubre de 2011

EL RECUERDO

Félix Romeo es homenajeado en el día de su muerte y nos habla de la pérdida en el siguiente programa:
07 de octubre 2011
Doblemente huérfana.

4 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=sI3A1bA7QP4

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  2. Mirada final (Vicente Aleixandre)

    La soledad, en que hemos abierto los ojos.
    La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos,
    derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos.
    Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén
    y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede reconocerse.
    Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que él no
    es, y ve aparecer sus miembros,
    y se palpa: Aquí yo, aquí mi brazo, y este mi cuerpo, y
    esta mi pierna, e intacta está mi cabeza;
    y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado,
    y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies y él emerge,
    no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el cielo destella
    con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta
    y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele,
    pero le duele todo. Y arriba mira el camino,
    y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe
    y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo
    azul apagado parece lejanamente contemplarle.
    Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado toda la
    vida como un instante, me miro.
    Esta tierra fuiste tú, amor de mi vida? Me preguntaré así
    cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte,
    recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la
    hondonada, en el fin, mire un cielo
    piadosamente brillar?

    No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como solo
    una tierra que se sacude al levantarse, para acabar cuando el
    largo rodar de la vida ha cesado.
    No, polvo mío, tierra súbita que me ha acompañado todo el vivir.
    No, materia adherida y tristísima que una postrer mano, la mía
    misma, hubiera al fin de expulsar.
    No: alma más bien en que todo yo he vivido, alma por la que me fue la vida posible
    y desde la que también alzaré mis ojos finales
    cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi alma contigo todo lo mira,
    contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo
    los párpados, en el fin el cielo piadosamente brillar.

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  3. Brindis

    Por la tierra que se hace
    humedad en mi garganta.
    Por la ausente y presente
    vida que ya he bebido
    despacio si podía.
    Por la nostalgia, no.
    Ni por el tiempo aquel.
    Lleno mi copa, la alzo
    por el sino que acepto
    y tomo en esta pálida
    y densa majestad
    del vino que naciera
    donde yo.
    Me atraviese
    como un poco de río.
    No hay que decir su nombre.
    Vaya por cuanto amo
    y traspasa mi boca.

    Luis Jiménez Martos

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