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lunes, 9 de agosto de 2021
ISLAS QUE ME ACERCAN A MI PADRE
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domingo, 13 de abril de 2014
AL NÚMERO 68 Y AL HOMBRE QUE ME HIZO AMARLO: Economista excepcional.
TRIUNFO
Así quiero mi premio y mi victoria:
Que una tarde, al leerme,
necesites buscar entre las páginas
una rosa olvidada que no existe.
Y al no encontrarla, silenciosamente,
te asomes angustiada a la ciudad,
y veas por vez primera
que el acero y los hombres son ceniza.
Que la calle es un río de palabras marchitas.
Que siempre que se mira bien el mundo
se asiste al acabar de alguna cosa.
Y que a pesar de todo,
muy en el fondo, inexplicablemente,
es hermoso ser hombre hacia la muerte.
JOSÉ LUIS SAMPEDRO
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viernes, 31 de enero de 2014
BARCOS DE PALABRAS QUE NAUFRAGAN
bajo todo un sistema de galaxias de años;
y ahora estamos mirándonos y nos vemos extraños
igual que dos océanos que se hubieran unido;
hemos viajado tanto, es tan hondo el misterio
de coincidir, y amarse, desde vías tan remotas;
aún estamos buscándonos en el tiempo: dos motas
de polvo de ciprés tanteando un cementerio;
nos estamos mirando como dos aves pobres,
lastimados de vuelo, lastimados de espacio,
lastimados del tiempo que nos ha estado viendo;
nos estamos mirando lo mismo que dos sobres
cerrados el uno frente al otro que, despacio,
se van abriendo, se van abriendo, se van abriendo.
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sábado, 9 de marzo de 2013
REPÚBLICA INDEPENDIENTE DE LA SENCILLEZ Y LA GENIALIDAD
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RETRATO REALIZADO POR BUERO VALLEJO CUANDO AMBOS ESTABAN EN LA CÁRCEL POR PENSAR. LLEGÓ CON TRES HERIDAS Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida. Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte. Con tres heridas yo: la de la vida, la de la muerte, la del amor. MIGUEL HERNÁNDEZ |
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viernes, 10 de agosto de 2012
EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS
UN REY DE FUEGO Y SU CABALLO
Heráclito enseñó que el elemento primordial era el fuego, pero ello no equivale a imaginar seres hechos de fuego, seres labrados en la momentánea y cambiante sustancia de las llamas. Esta casi imposible concepción la intentó William Morris, en el relato El Anillo dado a Venus del ciclo El Paraíso Terrenal (1868-70). Dicen así los versos:
El Señor de aquellos demonios era un gran rey, coronado y cetrado. Como una llama blanca resplandecía su rostro, perfilado como un rostro de piedra; pero era un fuego que se transformaba y no carne, y lo surcaba el deseo, el odio y el terror. Su cabalgadura era prodigiosa; no era caballo ni dragón ni hipogrifo; se parecía y no se parecía a esas bestias, y cambiaba como las figuras de un sueño.
Tal vez en lo anterior hay algún influjo de la deliberadamente ambigua personificación de la Muerte en el Paraíso Perdido (II, 666-73). Lo que parece la cabeza lleva corona y el cuerpo se confunde con la sombra que proyecta a su alrededor.
Heráclito enseñó que el elemento primordial era el fuego, pero ello no equivale a imaginar seres hechos de fuego, seres labrados en la momentánea y cambiante sustancia de las llamas. Esta casi imposible concepción la intentó William Morris, en el relato El Anillo dado a Venus del ciclo El Paraíso Terrenal (1868-70). Dicen así los versos:
El Señor de aquellos demonios era un gran rey, coronado y cetrado. Como una llama blanca resplandecía su rostro, perfilado como un rostro de piedra; pero era un fuego que se transformaba y no carne, y lo surcaba el deseo, el odio y el terror. Su cabalgadura era prodigiosa; no era caballo ni dragón ni hipogrifo; se parecía y no se parecía a esas bestias, y cambiaba como las figuras de un sueño.
Tal vez en lo anterior hay algún influjo de la deliberadamente ambigua personificación de la Muerte en el Paraíso Perdido (II, 666-73). Lo que parece la cabeza lleva corona y el cuerpo se confunde con la sombra que proyecta a su alrededor.
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EL GRAN BORGES |
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