jueves, 4 de agosto de 2011

CORDURA!

El pueblo no debe pagar las incongruencias de unos pocos insensatos avarientos.
Sube a nacer conmigo, hermano.

Dame la mano desde la profunda
zona de tu dolor diseminado.
No volverás del fondo de las rocas.
No volverás del tiempo subterráneo.
No volverá tu voz endurecida.
No volverán tus ojos taladrados.
Mírame desde el fondo de la tierra,
labrador, tejedor, pastor callado:
domador de guanacos tutelares:
albañil del andamio desafiado:
aguador de las lágrimas andinas:
joyero de los dedos machacados:
agricultor temblando en la semilla:
alfarero en tu greda derramado:
traed a la copa de esta nueva vida
vuestros viejos dolores enterrados.
Mostradme vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí fui castigado,
porque la joya no brilló o la tierra
no entregó a tiempo la piedra o el grano:
señaladme la piedra en que caísteis
y la madera en que os crucificaron,
encendedme los viejos pedernales,
las viejas lámparas, los látigos pegados
a través de los siglos en las llagas
y las hachas de brillo ensangrentado.
Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.
A través de la tierra juntad todos
los silenciosos labios derramados
y desde el fondo habladme toda esta larga noche
como si yo estuviera con vosotros anclado,
contadme todo, cadena a cadena,
eslabón a eslabón, y paso a paso,
afilad los cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi pecho y en mi mano,
como un río de rayos amarillos,
como un río de tigres enterrados,
y dejadme llorar, horas, días, años,
edades ciegas, siglos estelares.

Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

Apegadme los cuerpos como imanes.

Acudid a mis venas y a mi boca.

Hablad por mis palabras y mi sangre.

3 comentarios:

  1. El puro discurrir (Lorenzo Oliván)

    Córtate con el filo
    de un verso que se impone, extiende el brazo
    y deja poco a poco que mane así el poema,
    sangre que llama a sangre, agua que fluye
    desde siempre y que brota ahora en tu piel.
    Los pájaros, los pájaros, en círculos
    girando por tu frente inmemoriales.
    ¿No se buscan las llamas entre llamas
    con anhelantes gestos de llegar
    a mirar por encima de sí mismas?
    ¿no les basta a los vientos con moverse
    para nacerse y ser?
    Oh, puro discurrir ensimismado,
    oh, plenitud en curso y sin razón,
    que sólo en suceder cifra su sino,
    y no se ve pasar y así no muere.

    Perdóname, amiga mía, si no tiene relación ninguna ni es un comentario al uso. Es que no quería dejar pasar la noche sin llevarte todos los versos que encontrara.

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  2. Pues, querido amigo, si son este tipo de versos...que lluevan!
    Guindas en la tarta, flores en el camino...

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  3. Madrigal (Gerardo Diego)

    -A Juan Ramón Jiménez-

    Estabas en el agua
    estabas que yo te vi

    Todas las ciudades
    lloraban por ti
    Las ciudades desnudas
    balando como bestias en manada.

    A tu paso
    las palabras eran gestos
    como éstos que ahora te ofrezco

    Creían poseerte
    porque sabían teclear en tu abanico

    Pero
    No

    no estabas allí

    Estabas en el agua
    que yo te vi.

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