EPICURO |
He soñado que tu venda caía,
veías que el placer es otra cosa,
que era eterno el aroma de la rosa,
del cielo abierto y de la utopía.
¡Qué pena que pasó mientras dormía!
Pisé la tierra, cauta y sigilosa
para que la magia fuera donosa,
pero tú volviste a tu egolatría.
El primer placer es hacer el bien
con corazón alado y transparente,
sin más mentiras, sin banderas huecas.
Ser honesto bajo toda la piel,
hacer mejor al mundo y más valiente
y abrazar el gesto que en vida truecas.