Armados se disponen los trebejos
ala-armados y de frente se defienden
atacan, huyen, saquean, se encienden
dos corazones que no laten lejos.
Raudo como la cría del conejo
vira el destino y ya no hay quien lo enmiende
o tal vez sí, ahí radica el duende:
todo vuelve de nuevo a ser reflejo.
Los blancos y negros y el gris entramado
dan forma a la misma vida latiente
Tic, tac, ochos con ochos conectados
dibujando textos donde me sientes.
La batalla comienza cada luna
y, cada vez, sesenta y cuatro son una.
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